viernes, septiembre 08, 2006

Querida Charlotte:

Espero todo este saliendo bien ahora que ya salieron de Paris después de ese horrible acontecimiento, el asalto. Me alegró haber leído que visitaste a Olivier. Me pregunto por qué no visitaste a nuestra vieja amiga La Maga, ella que nos ha enseñado tantas cosas…

Recuerdo cuando comíamos hamburguesas con ella en Carrefour de l´Odeon y cuando íbamos en bicicleta a Montparnasse, y esas tardes eternas donde nos contaba sus encuentros de almohada en cualquier hotel. Recuerdo esas veces que nos sentábamos entre la basura y cantábamos, fumábamos y nuestras pláticas sobre el fracaso de las leyes de la vida. Recuerdo que era ella muy alegre, que le gustaba el amarillo, que su hora era la noche y que su puente era el Pont des Arts y de cómo ella jamás aprendió a entender las cuestiones morales. Recuerdo como soñaba por ser una cantante y como nos contaron que “olía a algas frescas, arrancadas del último vaivén del mar” y cómo “ella fingía hacer literatura mirando por la ventana de la habitación”.

Recuerdo las palabras de Horacio al describirla, antes de que nos la presentara: “No estábamos enamorados, hacíamos el amor con un virtuosismo desapegado y crítico…”

Hay cuántas cosas nos enseñó… la extraño.

Saludos,

amelia

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pregunté por la Maga, pero ya ninguno de los del Club pudo darme noticias de ella, parece que al poco tiempo de nuestro regreso desapareció, no se le volvió a ver por Paris. De Oliveira queda poco menos que el recuerdo de sus andanzas entre cafecillos y teatros de estrellas fugaces.
He sentido gran tristeza al enterarme de tan desgraciado fin.

Amelia dijo...

qué lástima, ella siempre tan naive y apasionada...

y oliveira, cobarde talvez, como todos los hombres...