Fijense ustedes que con eso que Charlotte anda fuera de la ciudad, Penelopita anda en la meditación-reflexión-autoconocimiento y yo ando como león enjaulado, sola como amiba intestinal, me fui de paseo (sola) por un parquesito de esos con kiosko y todo.
Ahí estaba yo, toda incómoda observando a las parejas. ¡Qué besotes! ¡Qué agarrones! ¿Pero dónde está la mano...? Cuando se acercó un caballero de fina estampa y se sentó a mi lado.
Muy entrado en lalectura estaba el guapetón este, seguramente su periódico era el Wall Street Journal, The Independent o no menos, cuando ya me había enganchado en la imaginación. No pasaron ni dos minutos cuando ya fantaseaba sobre boda, hijos, seguro social y un lugarcito en el panteón municipal donde pasáramos el resto de la eternidad juntos. En dos años, pensé, ya podremos comprar la minivan. Emilianito, si es niño. Yolanda no, porque mi madre así se llama y qué horror marcar a una hija de esa manera.
Qué buena vida nos vamos a dar, Fernando (así le puse) y yo paseando por las Europas o por los Africas. Ah! Qué bonito es el amor.
No acababa yo de buscar mentalmente una imprenta apropiada para las invitaciones cuando apareció Carmina -tremebunda araña no podría tener un nombre bonito- y me arrancó a Fernando. ¡Qué amargo es el adios cuando nunca provaste el tiempo!
Me levante con lo que quedaba de mi moral y de mi madurez emocional y me dirigí dos cuadras más adelante, tal vez ahí me estuviera esperando Ignacio....a Memo...a...
viernes, septiembre 08, 2006
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