domingo, noviembre 19, 2006
Sin permiso para salir
Ring!!! Ring!!! Alo, tía?? si ya estoy lista, nos vemos en la tiendita de Don Manuel. Eran las 10Pm y yo en mi bolso eche 2 billetes que "tomé prestados" de Anita, me puse las zapatillas francesas de Charly y un saquito de mamá para aumentarme unos añitos. Brinque del balcón y corrí a mi encuentro.
Subí al auto y en el asiento del copiloto noté una blanca carita ilusionada que se iluminaba con las luces de la noche. ¿Tú también? pregunté a mi prima Ame al percatarme de que Neuras se llevaba a las más pequeñas de las Fortuna de fiesta y sin autorización. Aaahh que sería de nosotras y de mi tía si mamá se enterara, encierro eterno y noches sin cenas para mí.
"No, no pueden pasar, no, son menores de edad, sólo pasa la del saco, no traen identificaciones, no, no, no" Eran las voces de aquellos hombres con aspecto de orangután que nos evitaban la entrada a esos salones de baile donde mi tía había de encontrarse con sus amistades. Resignada nos compró unas "pelonas" para matar el hambre, y nos encaminó a un lugar donde nos prometió si íbamos a poder entrar.
"El Pecadito" leí en el letrero iluminoso a la entrada del turbio lugar. Ahí no había hombres a la entrada, ni pedían identificaciones. Nos sentamos en unos sillones de terciopelo y las cervezas empezaron a correr. Cuerda mi tía no tomó, pero no impidió que nosotras lo hiciéramos. El lugar estaba lleno de niños, literal, de pubertos bebiendo y bailando cual adultos. Yo en verdad me sentí incómoda (ja como es la vida), pero mi prima Amelia no perdió el tiempo y rápido conoció a alguien. Mi tía al ver tal acontecimiento, recordó su miserable soledad, y nos sacó del lugar. Amelita lloraba en el asiento de atrás, y yo trataba de hacer tierra entre los gritos de mi familia. Camino a casa nos encontramos a un ex esposo de Neuras, pero como se veía un tanto encopado mi tía se limitó a acelerar y llevarnos lo más pronto a nuestro hogar.
Esperaban a que trepara la enredadera y entrara por mi balcón cuando Amelia estalló de nuevo en llanto y gritaba tanto que se encendieron las luces de mi habitación. Mi tía encendió el auto, huyó, y a mi me esperaban dos mujeres con tubos a la cabeza y muchas noches sin cenar...
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3 comentarios:
no no no no, creo que debo postear yo mi versión.
bueno, la q me contó ameliita, pobresita, andaba re-sacada de onda la chicuela
maldición, lo que me perdí por el dolor de estomago.
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