Un dos tres cha cha cha

No cabe duda que un buen bailarín vale oro. A veces pensaba que no lo era todo, pero no no no…la noche de anoche me desengañé totalmente. Recibí la llamada de Adriancito, mi viejo amigo de la universidad, compañero de fiestas, y eterno consejero (algo así como los Padawans y sus Maestros Jedi) que me invitaba a celebrar el primer pago de su nuevo empleo. Para acompañar la invitación se me propuso una seudo cita a ciegas a la cual accedí con harto entusiasmo.
Se arribo al lugar y el alcohol y las pláticas de oficina se dejaron ver. Mi cita, pues sin ser exigentes no estaba tan de mal ver: la pancita chelera y sus orejas un poco grandes se compensaban con el casi 1.80 de estatura, los ojos claros y su lacia cabellera.
Empezábamos a platicar cuando, un gordito (sin vida) al parecer hijo de Laura León, se sentó a mi lado al ver que mi cita se dirigía al baño. Pasaron las horas y pues me hice a la idea que esa noche iba a regresar a casa como había llegado, sola.
Sonaba un regueton cuando la ausente cita me sacó a bailar. Para empezar ¿quién saca a bailar a alguien con Rompe, rompe o Vaquero, vaquero. Vaquerooo..? Desde ahí ya estábamos mal, pero bueno, “peor es nada” pensé. Cuando ya estaba decidida a soltar el cuerpo y dar mis mejores pasos, de repente recordé al pavo real macho que andaba por los jardines de la universidad y en celo, gracias. La cita en vez de reguetonear parecía que quería copular. Cual pájaro aleteaba, doblaba las rodillas y movía la cabeza como paloma. No pues así que ganas de bailar; en algunos casos si la cita va mal, pues el baile la salva, pero pues ajaaa este no fue el caso.
Yo pensé que las cosas ya no podía ser peor, pero ¡error! Bendita la idea del DJ de poner cumbias, salsa y esas cosas que se bailan de pareja. Me sentí como si bailara con el Loco Valdés cuando hacia el uu ii uuu aa aa pero en pareja!!!! ¿Difícil de imaginar? Pues créanme que fue más de bailar.