Hoy es una de ESAS noches donde pasas inadvertida hasta para tí misma. de repente te das cuenta que lo más trascendente que has hecho durante el día es resistir la tentación de divertirte y te ves enfrente del monitor, con una partida de Carta Blanca inciada. ¿Por qué no? Agrégale a la ecuación, una estación de radio por internet donde, irónicamente, has escogido el sub canal de Oldies Love Songs...."if you leave me now, you'll take the biggest part of meeeeeee".... Chicago....
Me recuerda a alguien, sola, desesperada. Desolada. Sin prospectos amorosos, una heroína de novela rosa wannabe. ¿Quién? ¡Ah, sí! Me recuerdo a mí. A Ana Fortuna.
¡Caramba! Ni a protagonista de novelilla de Corín Tellado he llegado. Si a lo mucho a la amiga gorda que le da consejos a la bonita y misteriosa protagonista. ¡Qué horror!....
..."Ain't no Sunshine"... Bueno, Bill Withers es más bonito para escuchar que Chicago...
Cuando la jugada de Carta Blanca se vuelve más interesante que las 500 calorías del budín de pan que me estoy zampando mientras juego, es tiempo de hacer una introspección. ¿Qué es Ana?.... ¡Quién ha sido! ¡Dónde ha estado! ¡Dónde se ha metido!.... Ese As de Espadas me molesta que esté hasta arriba...
Bueno, mientras retorno a mi introspección importantísima, seguiré jugando. No. El celular no suena. Es sólo el zumbido provocado por el alza de azúcar que tengo en este momento. Me voy a recostar. A leer Vanidades y a abrirla en aquellas novelitas de Tellado. Igual y ora si hay una alegre regordeta heroína, que se ligará a un hacendado español, señor de enormes extensiones de tierra que albergan viñedos y hacen un vino de rioja de rechupete. Sí, sí. Tal vez mi día sea esta noche.
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