¡Oh, qué difícil es dar con Mr. Right! Sin embargo, de no ser taaaaaaaan laboriosa esta búsqueda, no existiría este blog y esta familia, hace mucho, se habría desintegrado.
El Hombre Perfecto EXISTE. Debe existir. (Por algo Dios hizo a mi tía Neuras y a Penelopita) OBVIOOOOOO cuando lo vea, lo sabré. El flechazo será instantáneo. Me elevaré del suelo. Todo perderá foco. Los angeles me cantarán al oído....
Será alto, fuerte, guapo, formal, trabajador, fiel. Gustará de la literatura, la música y el teatro. Sabrá bailar. Le encantará a mi familia. Será el alma de las fiestas. Inteligente. Poderoso. Seguro. Encantador. Y yo, seré todo para él, como él para mí. ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH!!!!!!!!!
¡ERROR!
Maldita idealización perversa que nos tiene como idiotas aferradas al galán de las películas.
El HOMBRE PERFECTO como lo he descrito, probablemente (MUY) sea gay, narco, un vividor o un mentiroso. Tenga fectiches que involucren las pelucas, los peluches y la sal.
O, por el otro lado, sea un güey de flojera. Que sea un amante terrible. Que sea un gruñon de marca registrada. Que no coma tacos porque a) son para nacos; b) le producen gases o c) no come salsa.
Que tenga algún trastorno torcido con respecto a su madre, POR CIERTO, una finísima persona que gusta de mimarlo y controlarlo. Una señora que te critique por cada cosa fuera de lugar que vea en tu casa, en tu ropa, en tu cabello, en tus ojos. Sí, sí. El HOMBRE PERFECTO, seguramente es un "hijito de mami".
O un racista. Seguramente antisemita. O explota a sus trabajadores. O es de ultraderecha. ¡Qué horror!
No, no, no. El HOMBRE PERFECTO está ídem para aparador. Que ahí se quede SIEMPRE.