Iba por ahí caminando en una tranquila calle de la capital de este bonito país, pasé por la alameda, por la catedral donde hace algunos añitos me bautizaron (yo sí nací en la capital, mis hermanas son de algunos pueblitos de provincia), en fin... Caminaba bajo un agradable sol primaveral cuando una anciana con la cara medio chuequita me extendió una mano. Primero no entendí, luego me di cuenta que lo que querría es una moneda, me vería vestida a la última moda sin saber que cuando una sale de compras lo último que queda en la bolsa es un peso... Cuando me disponía a decirle que no tenía ni un peso para darle sacó de una bolsita de plástico un lasito, un pedacito de tela que me hizo sentir más necesitada que ella:
Sí, el lasito resultó ser una pulserita que al puro estilo de las estampitas de iglesia parece ser una llamada de desesperación, pero no, que quede claro Chalie no está de cabeza.
2 comentarios:
Jajajajaja,órale, ese destino inefable!!
Aunque personalmente creo que exageras, solo un poquitin.
Saludos
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