... no sólo se trata de dinero, la cuesta de enero es una cuesta global en términos personales. Para empezar cuesta, cómo cuesta quitarse de encima los restos que en el cuerpo dejan los ricos y embriagadores platillos navideños. ¿o no?
Ahí están las incautas Fortuna rogando ante las uvas que el 2009 se ponga más padre que el año que ya por suerte se termina (más tardó en bajarse la champaña que enero en acabarse), que ahora sí los dioses del Olimpo, las bisabuelitas Limantour y la Tía Neuras desde su cabaña en las montañas suizas unieran fuerzas para que a las cuatro fortunitas les toque algo, ya, ya, que toque.
Pero bien dicen por ahi que le dan pal al que no tiene dientes, y como ese no es el caso de la familia Fortuna, a nosotras nos dieron dientes, pero nada(ie) sobre qué hincarlos, lo que es que ni en la rosca de Reyes nos salió muñequito, eso ya es el colmo.
Ni hablar, ahora a superar la cuesta de los kilos, de la depresión post-navideña y la de las rebajas que, dicho sea de paso, están bastante equis y desoladas porque se ve que a nadie le quedó un peso después del tanta fiestecita.
Aunque pensandolo bien el 2008 aún no se termina, todavía falta el 2 de febrero, a mi me gustan los tamalitos de verde, ¿quién invita?
sábado, enero 24, 2009
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