Yo, Rosalba Rivadeneira Ruvalcaba, mejor conocida como “la tía neuras”, he vuelto.
Algunos quizá ni siquiera notaron mi ausencia y habrán pensado que este modesto blog esta conformado por 4 mujeres. Pero no mis queridos lectores, nosotras “las fortuna” pensamos que efectivamente no hay quinta mala.
Ahora me siento comprometida a contarles el porque de mi ausencia.
La verdad es que ME CASÉ ¡
AHHHHHHHHHH se la creyeron ¡!!! …NO, NO, NO, desde hace mucho tiempo y algunos fracasos, su servidora dejó de creer en la trascendencia del matrimonio.
La última vez que me casé, ( porque han sido varios intentos), el matrimonio duró bastante más de lo que la gente y yo misma llegué a pensar. Pasaron 6 años antes de que “S” y yo nos divorciáramos. Al final la diferencia de edad, los cambios de residencia y las múltiples ocupaciones laborales hizo de las suyas; el se terminó casando con la hija de un hermano (irónicamente sus cuñados pasaron a ser sus suegros), yo decidí darme un buen respiro de las relaciones amorosos con tendencia a volverse catastróficas.
Decidí viajar, sola, para pensar y meditar….
QUE GRAN IDEA:“Un retiro espiritual a bordo de un crucero por Filipinas”
Ya se podrán imaginar la cantidad de mujeres y –asombrosamente- hombres maduros que se encontraban a bordo de tan elegante yate, con mi misma situación. Todo un paraíso para una mujer como yo.
El instructor de yoga de las 8 de la mañana con sus pantalones blancos, torso desnudo y respiraciones profundas para obligarnos a oxigenar todo nuestro organismo, sólo lograba que yo saliera del aula con la temperatura corporal bastante elevada y muy deseosa de meterme a la alberca principal esperando que el agua estuviera helada.
El instructor del taller de arte de las 10:30… vaya que si tenía talento!!!!! Que les puedo decir. Me provocaba querer tomar algunas clasesitas de bodypainting o sentirme Kate Winslet a bordo del Titanic para pedirle un retrato usando “solamente mi collar” (igual de caro que el dichoso collarcito de la película, ajaaaaa).
La verdad es que este crucerito estaba muy bien planeado.
La duración total de semejante inducción al pecado: 3 meses.
Transcurrió la primera mitad de mi retiro bastante a gusto, gente nueva, lugares inimaginables, buen ambiente, buen servicio, buenos instructores…
A eso de la segunda mitad, parecía que todo mundo a mi alrededor había sido afectado gravemente por el calor del verano; de pronto comencé a notar que el número de parejitas aumentaba. A mi realmente me tuvo sin cuidado esta epidemia de pasión, con la pequeña excepción de que mis ojos pronto comenzaron a notar que la población de hombres altos, de espalda ancha, brazos fuertes, manos tentadoras y piel color marrón dejaron de aparecer solos a escena, para darle oportunidad a todos aquellos individuos que habían permanecido en el anonimato por obvias físicas razones.
Por las características del crucero estaba consiente que probablemente me encontraría con algún filipino, griego, australiano o sudafricano deseoso de por lo menos no irse con las manos vacías de vuelta a su país.
A mi honestamente, nada me preocupaba, en el fondo yo estaba segura que si alguno de los hombres a bordo debía ser para mi, tarde o temprano -obviamente esperando mas temprano que tarde- me lo haría saber.
Y así fue!