lunes, noviembre 30, 2009

viviendo con mi ex

Si alguna vez escucharon hablar de las historias de amor y desamor de Rosalba Rivadeneyra mejor conocida como la tía Neuras, entonces conocen la historia de aquel capitán de barco que llegó a su vida hace aproximadamente 3 años y medio.

Nos conocimos sin esperarlo, nos enamoramos sin planearlo, nos dejamos llevar por un sueño compartido lleno de imposibles y nos dijimos, después de un año de relación, adiós en cuerpo pero nunca en mente y corazón.

Incluso antes de comenzar con la relación el sabía que me marcharía y aún así se avecinó a las turbias aguas del amor. Valiente.

Tomé mis maletas, le di un beso de despedida y me marché; pasó un año veloz lleno de sucesos maravillosos, personas irrepetibles, vivencias inolvidables y lecciones invaluables para finalmente, hace dos meses volver a mi querida patria, a mi ciudad natal; pero fue hace un mes que accedí a cometer una de las más grandes locuras, o dicho con todas sus letras: estupideces posibles cuando de terrenos emocionales se trata.

Vivir con mi ex.

Ajá, mi capitán de barco, ese mismo. Vaya, vaya. Si que estaré idiota; no sé porque demonios me empeño en complicarme la pinche vida y en colocarme, cual muñequita de aparador, en situaciones que ponen en riesgo cualquier tipo de estabilidad. Joder.

Estoy demente, SI, y aunque para muchos tal vez sea el más grande error cometido por cualquier mujer, yo Rosalba confieso ante Dios todo poderoso y ante ustedes hermanos que el haber aceptado vivir bajo el mismo techo, el haber tomado su mano y su apoyo hace un mes cuando más vulnerable e inestable me encontraba después de haber vuelto, ha sido uno de los aciertos más grandes en el difícil examen del crecimiento personal.

Disfruto mucho vivir con él; me gusta reír por tonterías, jugar en las mañanas de sábado a la hora de prepararnos un licuado, hacer limpieza cada uno por su lado, cantar y bailar en la cocina mientras él me mira sonriente, mirar una película medio chafa y cagarnos de la risa, hacer terapias de relajación antes de dormir; me gusta verlo comer con ansias su tradicional enorme plato con frijoles y totopitos, que me diga que le faltó sal a mi pasta, que el bocadillo de serrano y brie me quedó rico, que pida su rib eye entre término medio y ¾, que en la cruda me invite unas carnitas, que en la madrugada lo escuche bajar a comer galletas; me gusta verlo salir de traje todos los días, que me comparta como estuvo su día, que podamos salir a tomar unos tragos los dos solos y pasárnosla increíble, que sienta la libertad de salir con quien quiera sin darme explicaciones, me gusta no representar un estorbo sino ser parte de su día a día; me gusta verlo feliz pegando pósters en las paredes de su sala, colgando la plantita del techo improvisando con tachuelas e hilo, echándole agua a su mandarina, sacando las arañitas al jardín en vez de matarlas; Me gusta vivir con él y me gusta que le guste vivir conmigo.

Me gusta tanto que comienzo a asustarme…

Comienzo a pensar que ya no debería vivir aquí.

Me gusta decirle que lo quiero…
Me gusta cuando me dice que me quiere….
Me gusta abrazarlo y que él me sorprenda con un abrazo inesperado.

Me gusta…
y ya no quiero que me guste.

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Hace dos noches, estábamos acostados “viendo la televisión” cuando de pronto, sin más ni más, abrió su boca para pronunciar las palabras mágicas que le dieron en la madre a mi hermoso bloqueo sentimental.

Con ustedes señoras y señores, la pregunta más fuera de lugar, desde mi primera propuesta matrimonial.

¿Rosalba, te sientes bien “echando pasión” sin que seamos pareja?

Respuesta inmediata: NO PIENSO EN ESO… Pero… ¿por quién te preocupas José Antonio, por ti o por mi?

Respuesta atinada: Por los dos Rosalba.

Silencio.

Silencio.

Continuamos “viendo la televisión”

Silencio.

Silencio.

Olvidamos el tema.

Hasta mañana, Te quiero, que descanses.

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Al día siguiente todo sucedió normalmente. Se levantó temprano, me levanté temprano, se arregló para ir a trabajar y yo para una entrevista de trabajo.

Mi día transcurrió intenso y stressante (decir no a dos oportunidades de trabajo no se da todos los días), estuve fuera de casa todo el día, me sentía cansada física y emocionalmente y por si fuera poco, traía la pregunta de mi “compañero de casa” dándome vueltas en la cabeza.

Realmente me había propuesto no pensar en la situación que vivíamos, me estaba limitando a sentirme tranquila y lo estaba logrando de maravilla, cosa que se jodió totalmente al momento de “la pregunta oportuna” ocasionando que mi mente idiota no dejara de hacerme consciente de la situación en que estaba viviendo.

Valió madres.

En la noche mientras cenábamos decidí poner fin a mi duda.

- ¿Por qué carajo me preguntaste eso anoche José Antonio?
- ¿ A qué te referías con que “te preocupamos los dos”?

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Dejaré la respuesta guardada para mi solita. Basta con decirles que no me quedé conforme. Creo convencida que no se trata solamente de que el piense que “yo” espero algo más de él, sino también de que “el tenga miedo a aceptar que es capaz de volverse a enamorar”. Tal vez me equivoco, tal vez no. Tal vez el tenga razón, o tal vez la tenga yo.

Somos una ex pareja bizarra, como bizarros somos como individuos.

Hoy en la mañana nuevamente un comentario muy “José Antonio style” (y como estos han sido varios)…

-Extraño tocar el piano, me hace sentir mejor; he decidido que en el lugar donde viva, sea cual sea, tendré un piano…

-¿Rosalba me estas insinuando que ya no vas a vivir aquí?

-No voy a vivir aquí toda la vida.

-Tampoco yo.

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Mi ex y yo vivimos juntos, estamos locos y nos llevamos de maravilla; nos queremos y valoramos la presencia del otro en nuestras vidas. Ahora estando más consciente de la situación, pienso: ¿En qué carajo nos hemos convertido? O mejor dicho ¿En qué me he convertido?. En un inicio solía pensar que éramos una “ex pareja de adultos capaces de controlar la situación”, pero la puritita verdad es que “aún somos una pareja” pero de ex amantes idiotas, que no tienen ni la más remota idea de en que terrenos se están metiendo… CORRECCIÓN, CORRECCIÓN, yo soy la idiota que no sabe en donde se metió; la cuestión aquí es que siento que salirme de la situación será algo así como sacar un vochito atascado en un lodacero...

Los pequeños diálogos llenos de silencios, las risas, los abrazos, las palabras, comentarios al aire y actitudes me mandan muchas señales. El pedo aquí es la interpretación “Momento de sacar el colmillo a relucir”. La mente femenina me dice una cosa, y el poco razonamiento masculino me dice lo contrario, pero en cualquiera de las dos opciones el corazón me grita que tenga cuidado porque yo en su vida no soy ni conocida, ni amiga, ni amiguita y en lo absoluto quiero convertirme en una especie de amante de una noche cualquiera. Yo soy su ex mujer, aquella a la que amo y con la que vivió una historia de sueños imposibles realizables.

No quiero cambiar recuerdos hermosos por presentes inciertos, no quiero cambiar las que fueron noches de amor por noches de calentura, no quiero convertir un ex novio excepcional en amante ocasional, no quiero bajar de ese pedestal la historia que vivimos y no quiero sentirme herida por algo que en otra vida me causó felicidad.

No seas pasado y presente.

No seas alivio y dolor.


Soy tu ex mujer a la que amaste con todo tu corazón, déjame así...

Déjame así…
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Calle Perdición, esquina con Desdicha
Interior 36 B
Octubre 1949